Sobre los inicios
Gonzalo Espino Relucé
Eila-UNMSM
Cuando hablamos de
cualquier literatura demandamos la existencia de un corpus. ¿Existe un corpus
de la literatura quechua contemporánea?, ¿es plausible hablar de un corpus de
la poesía quechua escrita? La repuesta, de por sí, siempre fue afirmativa, de
estas dieron cuenta las tres más importantes publicaciones de entonces: Literatura Quechua de Edmundo Bendezú
(1980) Poesía aborigen y tradicional
popular (1984) de Alejandro Romualdo; y,
Poesía quechua escrita en el Perú
(1993) de Julio Noriega Bernuy, las tres ofrecen un corpus que evidencia la
existencia de una escritura quechua en progresión; difieren en sus referencias
espacio-temporales en el balance contemporáneo y la lengua que utilizan. La
primera hace una cartografía histórica, todos los poemas quechuas de tradición
oral, no incluye a ningún poeta contemporáneo, todos los textos vienen
traducidos al español, el mérito de este volumen de la Biblioteca Ayacucho fue
que volvió a poner en circulación la poesía quechua en el espacio
Latinoamericano junto con la maya, azteca y guaraní. La segunda, ofrece un
corpus singular al presentarnos un muestrario de las poéticas nativas de los
distintos pueblos del país, incluye una sección, que lo estructura de cara a la
historia y para la República incluye diez autores a quienes denomina “Poetas
quechuas contemporáneos” (:301-384), los poemas vienen en quechua y castellano.
Ambos trabajos ponen su atención en la década de los 80. La tercera, llega a los
90 del siglo pasado, abarca todo el siglo y presenta, por vez primera, autores
totalmente desconocidos, que supuso la puesta en valor de poetas de circulación
local, a partir de la cual se puede advertir problemas de continuidad en la
creación poética quechua.
Es a mediados de la
última década del siglo pasado que se desembalsan las poéticas quechuas.
Empieza en Ayacucho y Cusco como espacios que van constituyendo las comunidades
letradas quechuas, se extienden a los y las quechuas que viven en las principales
ciudades del país. Esto terminarían por dar cuenta de nuevos derroteros, para
entonces, las preguntas sobre la literatura quechua escrita adquirió un
inusitado interés para explicar sus contornos: ¿Cómo se producen las diversas
manifestaciones poéticas quechuas? ¿Qué criterios habríamos de tener? ¿El
quechua, admite una sola escritura o estas se manifiestan en los términos que
se las conoce, en las diversas lenguas quechuas? ¿Cómo se producen los poemas
quechuas?, ¿Escriben en quechua? ¿el sujeto quechua es a la par bilingüe?
¿Escriben primero en quechua o traducen sus poemas, los reinventan o los
trascrean? ¿Cómo circulan los poemas, en revistas, en plaquetas, en folletos, en
libros, en libros audios, en internet, etc.?
¿Cuándo comienza la poesía quechua contemporánea, cuál sería el punto de
partida? Los críticos que recepcionan o
estudian la producción literaria, ¿escriben sobre estas manifestaciones o las silencian;
las obvian o las desconocen? La Academia, ¿qué piensa sobre estas producciones?
Y los medios de comunicación, las medias, ¿cómo se comunica y difunde la poesía
quechua?
Cochabamba que ganará Andrés Alencastre
por su poema “Intillimani” (Huamán Manrique 1996: 51). Por lo que, afirmamos
que la partida de nacimiento de la poesía quechua escrita contemporánea se
sitúa en la década de los 50 del siglo XX. La tradición moderna, es decir, la
poesía que se produce en el siglo XX y en los tiempos actuales se concentra y
coincide con la publicación de Canas i sus relámpagos (1947); Rolando Álvarez (2017:
15-49) nos ha recordado la compleja y heterogénea realidad de nuestra
literatura, más aun lo urgente que resulta imaginar, repensar y organizar un corpus
literario, sobre todo si se trata de focalizar lo nuevo o un proceso. Un corpus
habla de un producto continuo y de calidad estética (García-Bedoya 2014), el
primer corpus, en efecto, lo identificamos con Canas i sus relámpagos (1947) que publica los poemas de Audaz del
Castillo, Killku Warakca, Tupak-Amaro y Jacinto Yana-Aucca,[1]
en esta “Antología poética” aparecen
tres tipos de textos, los poemas, que vienen en castellano; los textos quechuas
con sus transcripciones al español y las recopilaciones de canciones que se
inscriben en quechua, se traducen a la lengua de la ciudad y son identificadas
como folclore. Casi una década después, aparece Taki parwa (1955) de Kilko Warak’a, el poemario no solo tiene
mérito de ser el primer libro orgánico de poesía quechua en los tiempos
modernos, sino también instala en el escenario letrado una corriente, una
opción: escribir y publicar solo en quechua por lo que se difunden como poemas
monolingües. Al año siguiente, 1956, Kusi Pawkar publica Harawikuna enteramente en quechua chanka en la Revista Cultura de
Bolivia (Huamán Águila: 2017), en los poemas de Kusi Paukar se advierte el
impacto de la modernización en el mundo andino. De hecho, no debe perderse de
vista que hacia 1934 se convoca al Concurso de Literatura Kechua por “el IV Centenario del Cusco”,[2]
es decir al cuarto centenario de su fundación española; los resultados de esa
ocasión no tienen mayor trascendencia, salvo por los resultados que desdicen el regionalismo cusqueño, el poema ganador estaba escrito en “Runa - Simi de
Huamanga” (Indio Enelda 1942: 19) y en 1951 se realiza el Primer Concurso
Internacional de Literatura Quechua, en Taki parwa (1955) y, Harawikuna (1956), que definitivamente
abonan el camino, instalan dos orientaciones para la poesía quechua ñuqayku y ñuqanchis; hacen suyo el idioma y lo prestigian en un momento en que el problema del
indio no se había resuelto, que el idioma y sus hablantes eran considerados
opuestos al progreso y la civilización, por lo que no solo se le despreciaba y
descalificaba al indio.
Fotos: Archivo personal. Tapa Taki parwa y César Guardia Mayorga, dominio público .
[1] Audaz Castillo corresponde al seudónimo del
“Poeta ermitaño i apasionado romántico del lago de Langui-Layu, don José Cirilo
del Castillo i Gutiérrez. [1895]” que publicó la revista Wikuña (1929); Kilko Warakca, corresponde a Andrés
Alencastre; Tupac-Amaro (Canas-Surimane, 1915-?) es seudónimo de “J. de la Cruz i S, autodidacta, tipógrafo i
chofer.”, y, Jacinto Yana-Aucca es
identificado como “poetas netamente INDIO don Jacinto Ccallo y Sumi [1923-?],
oriundo de Yanaoca.” (cf. Tupak Amaro
1947: s/n).
[2] La revista Waman Puma no.3 y 4 da cuenta del hecho;
publica el “Acjamccaray Ccosccoman, poema kechwa
premiado en 1934” (Indio Enelda 1942: 18-19).
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